Hoy me he enamorado, apareció cuando la necesitaba. Sus ojos, cafés, los más super-cafés que he visto en mi vida, hermosos. Su pelo, áureo, dorado, ondulado, fantástico. Pero que sonrisa la suya, irradia alegría, iluminó mi día. Ha de llegarme hasta la nariz, es ideal.
Entró a la estación siguiente en la cual subo yo, puso su mano cerca de la mía y la congestión de cada mañana me favoreció: Quedamos frente a frente, nunca me había sentido tan cómodo de que el metro fuera lleno, nunca me fue tan necesaria toda esa gente...
Frenó, el metro frenó, y en un movimiento in~voluntario choqué su mano, le rocé la piel, que suave que es. Ella me miró, entendí mi impertinencia, y evité su mirada. La miré, me miraba y miró a otro lado. Me miró y miré a otro lado. Tenía su atención, sabía que ahora existía también para ella, su sonrisa me lo confirmó.
Subió mas gente, mas apretados estábamos y los encuentros furtivos de miradas aumentaron su frecuencia, manteníamos el contacto por segundos, primero dos, luego cinco, luego diez, y así, notaba en su mirada la diversión, y claro: ella notaba mi diversión e interés.
- Estación Universidad de Chile. -
Bajé, ella siguió.
- Me enamoré.- Le dije a mi amigo.
- Para variar...- Me respondió.
- Si la vuelvo a ver, le hablo.- dije
No la he vuelto a ver, pero aún, si la veo, le hablo.
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